sábado, 4 de mayo de 2013

El silencio del emprendedor ...

El silencio del emprendedor cristiano, es clave para que todo emprendimiento germine. De él proviene el cálculo prudente, la planificación meditada, el control y seguimiento sistemático, el pensamiento estratégico. El silencio custodia el futuro potencial del emprendimiento. Mientras mayores sean las dosis de silencio activo y meditado más acertado serán los pasos.

No es apropiado del emprendedor avezado el estar contando todos sus planes, sus espectativas, sus deseos, proyectos, proyecciones y potencialidades a los cuatro vientos. Eso es más bien propio de emprendedores bisoños que buscan más aplausos, admiración de extraños y reconocimientos antes que ver concretado su emprendimiento.

El silencio es tierra fertil. Pero éste silencio del que escribo no es un silencio pasivo, muerto e inactivo, no, no es el silencio del impávido que no sabe qué responder ni cuándo. No, del silencio que escribo es de aquel que propicia la reflexión, el cálculo, la búsqueda de preguntas relevantes y se aboca a conseguir sus respuestas. Es un silencio que surge del amor y la atención a la actividad. Este si
lencio lleva a la oración-acción, oración activa, acción orante, y vuelve todo actuar un hecho trascendente, pertinente y eficaz.  Es el silencio del taller de nazareth.

En nuestro mundo lleno de velocidad, ruido, interrupciones, estímulos, distracciones y dispersión, una de las actividades primordiañes deñ emprendedor es la de buscar la oportunidad de silenciarse, detenerse, sentir y hacerse presente ante su emprendimiento con amor y atención.